Guarulhos, Sao Pablo

Noviembre del 2007

Fue entrar al piso y oír a Marcos llamándome, eufórico, a los gritos, desde el escritorio.   

­_ ¡Encontré unos pasajes recontra baratos! Chillaba.

_Aunque… no te van a gustar mucho, me añadió, con cara de culpa.

Marzo del 2008

Temprano en la mañana, nos alcanzó Marcos hasta el aeropuerto de Bilbao. Viajaba con mis tres hijos: Matías, 17 años, Franco, 12 y Florencia, 2 años.

El primer vuelo hasta Madrid fue tranquilo, intrascendente. Ya en Madrid, embarcamos con la aerolínea Tam. El vuelo largo de diez horas, poco a poco, se empezó a convertir en una pesadilla. Florencia no se dormía, lloraba, nada le entretenía.  Recuerdo a un pasajero, que estaba tras nuestro, decirle que “ya tenía una edad para portarse tan mal”. Lo que se dice “un disfrute de vuelo”. Llegamos a Sao Pablo sobre las 7 de la tarde. Allí teníamos que tomar otro vuelo hacia Rio de Janeiro y desde allí tomaríamos el último vuelo hacia Buenos Aires.  ¡Por eso había sido barato el vuelo!

Al bajarnos nos dirigimos, como pasajeros en tránsito, a una sala que resultó ser muy pequeña, sin aire acondicionado, llena de gente, en donde costaba respirar y sentarse, era un lujo.  Nuestro próximo vuelo salía ocho y media.  Con el paso de las horas, logré sentarme con la niña. Cada tanto sus hermanos se la llevaban, para entretenerla. El calor era asfixiante y nuestro vuelo seguía sin aparecer en pantalla para embarcar. A medida que pasaba el tiempo se iba despejando la sala. Para las diez y media nos informaron que nuestro vuelo no saldría ese día y que al día siguiente nos embarcarían en un vuelo directo hacia Buenos aires. A esa altura, ya teníamos un hambre feroz y estábamos exhaustos. Habíamos salido el día anterior. El grupo que componíamos los que nos habíamos quedado rezagados con igual destino, comenzamos a unirnos. Había otros niños que también mostraban signos de agotamiento. Un grupo delegado salió a reclamar a la ventanilla de la aerolínea. Yo, ya recuerdo estar sentada con Florencia dormida. Había logrado con mucha dificultad avisar a Marcos que no nos esperasen en Argentina. Fue la única llamada que logré hacer con el móvil. Había teléfonos públicos, pero no teníamos monedas del país. Nos pasaba lo mismo con las máquinas que tenían comida y bebida.

El reclamo fue en un tono muy fuerte. Recuerdo sobre todo a una chica joven española, estaba con su pareja e iban de luna de miel a la Patagonia. Se llamaba Susana como yo, de unos 30 años, que le puso los puntos a la empleada de Tam, en un tono muy aguerrido, que resultó eficiente. Resultado: Nos darían hotel y cena y al día siguiente nos traerían de vuelta al aeropuerto para tomar el vuelo.  Tomamos un taxi, pagado por la aerolínea, con mis hijos que nos llevó hacia un hotel en las afueras. Previamente a dejar el aeropuerto, tuvimos que dejar los pasaportes, no hubo opción, era lo legal para un pasajero en tránsito.

El hotel era muy lindo, muy brasileño, enormes ambientes muy bien decorados, con mucha vegetación en los exteriores.

Yo estaba entregándole los vales al recepcionista que nos habían dado en el aeropuerto, cuando Matias se acercó a mí con cara de preocupación. 

_ A ver mamá, Franco no se anima decirte…

_ ¿El qué?

_ Que se dejó la mochila en el taxi.

_Noooo

Aparte de una Nintendo DS (era cara en esos momentos) y juegos, estaba toda la ropa de recambio de Florencia, incluido los pañales.

Había juntado todo, para que no tuviéramos tantos bultos y Franco la había querido tener con él, para poder jugar.

Reaccioné rápidamente y le pedí al recepcionista que por favor se comunicaran con el taxista de alguna manera.

Rato después, mientras cenábamos, me avisó el chico de la recepción, que el taxista no contestaba la llamada que le hacían desde la base.

En el hotel no había pañales y ya eran casi la una de la madrugada.  Florencia durmió sin ropa, ni pañales, ni nada.

A las seis de la mañana tomamos el desayuno y salimos rumbo el aeropuerto, recuerdo que yo le había puesto como pañal una chalina mía y tenía puesta una camiseta de Franco.

Al llegar, fuimos directo en busca de los pasaportes. El aeropuerto ya no era el que habíamos dejado por la noche. Ahora habíamos entrado en el área central, no reconocíamos elsector

donde nos habían quitado los pasaportes y era un mundo de gente. El idioma, que no ayudaba mucho. Mis hijos, Los tres, se quedaron rodando por las tiendas mientras yo, con Susana

íbamos de un lado al otros buscando los documentos. A media hora de salir el vuelo, al fin, encontramos los pasaportes. Nos habían mareado, habíamos recorrido medio aeropuerto.

Y ahora…donde estaban los chicos, los móviles no funcionaban. Empecé a correr alocadamente por los pasillos. Aun, con el tiempo, lo recuerdo y me vuelve esa angustia, esa desesperación. Brasil era un país muy

grande, con amplias, lejanas y no muy controladas fronteras. Matias era grande pero no tenía mucha experiencia en aeropuertos.   Corría mientras contenía mis lágrimas de desesperación hasta que al fin escuché en

los parlantes que me llamaban, en un pésimo español, pero las palabras me resultaron celestiales. Que me dirigiera una cabina de control.

A todo correr y gracias a mi querida amiga española que estaba intercediendo para que me esperaran porque había perdido a mis hijos, pudimos subir al avión. En el vuelo íbamos todos separados, no importaba,

 íbamos a Buenos Aires.

Al llegar, fuimos a buscar las maletas y …no habían llegado en ese vuelo. Ya sonreímos, nada más no podía pasar.

SUSANA.

6 respuestas a «Guarulhos, Sao Pablo»

  1. Un viaje de «pesadillas» es poco, ya viajar con menores tiene un agregado interesante, si a eso le sumamos, complicaciones con las escalas, pérdidas de elementos más que esenciales y como remate niños perdidos en un aeropuerto con otro idioma, ¡te acompaño en el sentimiento amiga!!!

  2. Puff!! Si ya me gustan poco los aeropuertos y sus situaciones apremiantes, carga con 3 niños y ponle enlaces en otros paises. ¡Hay que ser una auténtica aventurera. Enhorabuena por salir airosa.

  3. Tremendo quedar varada en un aeropuerto! Lo pasamos en octubre del año pasado en el aeropuerto de Barcelona cuando fue bloqueado el acceso por el movimiento independentista. Logramos salir después de 24 horas, perdimos reserva de auto y un día completo de viaje, agotador!!

  4. Menudo viaje!! parece una carrera de obstáculos, situaciones realmente angustiosas, pero muy divertidas de recordar, seguro.
    Sería bueno que los aeropuertos de todo el mundo se comportaran con los niños perdidos como lo hacen las playas argentinas

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